La lengua de la intimidad

Lo que las palabras quieren decir (la intimidad, las inclinaciones inconfesables), eso no pueden decirlo, y por eso siempre detectamos en ellas un defecto, una carencia que hace que nos falten las palabras para decir lo que queremos decir. Eso que falta a las palabras en su dimensión pública es, también, lo que en la intimidad les sobra: su sentido, el modo en que son sentidas; yo, que las digo, lo sé (lo saboreo), pero no puedo decirlo, y por eso el otro nota que en mis palabras falta significado y yo mismo las encuentro insignificantes al oírmelas decir (como cuando, por ejemplo, para manifestar a otro pesar por alguna desgracia que le haya acaecido, no puedo sino decir algo tan trivial e insulso como «Lo siento», que es como no decir nada, mientras que a un íntimo no tengo necesidad de decirle nada ─sobran las palabras─ para que él sepa lo que siento).

José Luis Pardo

2 comentarios:

Adriana dijo...

para eso sirven los emoticones. :)

Saguzarra dijo...

Jajaja...
A efectos, son palabras también. Como las onomatopeyas.
Pero gracias por tu sentido del humor.