Penúltima vez

La marea orea
el rubor
de mis mejillas
que la brisa
higrodáctil
lame con dilección.
Su rumor de piel
me curte la frente,
ceño fruncido
al azote
de mirar enjuto,
y enjalbega
mi barbado
naufragio
de minerales mínimos,
en este islote perdido
del continente.
Con persistente
lenidad
acompasan
su movimiento
y levemente,
las dunas,
se arrastran bajo
la indolencia
azul
hasta que, sábese
qué trabazón o devaneo
conjuró
la idoneidad germinal
de su desarrollo,
topan con un matojo,
nido casual
de un zarapito,
y descansan
su camino
como si pudieran
abandonar
el nomadismo
por una mera
experiencia
sedentaria.
El aire no trae
avisos
del porvenir,
sólo rastros
de ayeres esquivos,
una sospecha
de que el mensaje
sigue a la deriva;
ningún barco arría
las velas
porque el vigía
otee una balsa
de ramitas
en un mar
de desperdicios.
Desnudo
vaticino la noche
más fría aún
que la anterior
y me pregunto
distraído
si habrás ido
a por abrigo
o a por crema
bronceadora.

Saguzarra

2 comentarios:

Adriana dijo...

pues la mitad del poema voy a tener que buscarlo en el diccionario :D

Miguel "Saguzarra" dijo...

Ni soy poeta ni soy viajero, pero en mis poemas guardo "esdrújulas" con la esperanza de que alguna me sirva de brújula.