Whisky, vodka y fotocopias

Desde el cementerio se ve un lugar anodino, quieto, vulgar.
En septiembre, un breve bullicio de bodega en bodega
deja posos de olvido hasta la viñeta siguiente. La vida
como un mal cómic, un álbum de fotocopias. Paso página.

Lapso fermentado. La excitación del chico, toma que dale
una y otra vez. Repite frenéticamente las mismas frases.
Afianza su frustración. Edifica su verdad machacando
las palabras. Caprichos del alcohol, septiembre, fiestas.

Está muy alterado. Te violenta. Es humo para tus ojos.
Su voz precipitada, estridente, ahoga otras conversaciones.
Te acercas decidido a hacerle callar. No te inspira pena,
no es más que otro borracho cegado por el deseo sexual.

Le das otra pauta de lectura. Al principio le cuesta escuchar
a nadie que no sea él mismo. Tu voz es tranquila, segura.
Mientes. No te importa. Ofreces consejos que no sirven,
que apenas consiguen llenar la distancia con desolación.

Insistes. Sólo quieres silencio, nada más. Silencio. ¡Por fin!
«¿Qué pasó?», observa tu amiga. «He hecho caso a este señor»,
contesta él, abstraído. Lo lograste, pero fastidiado. Te burlas.
«¡Será cabrón!, me ha llamado señor». Te privilegia la diferencia.

Ella temporiza contigo y se dirige, primero, a su compañera
(como si lloviera sin agua). Callas lo que piensas: «Mal me vendes».
Pues su mirada es cómplice, cariñosa. «Eres un filósofo», te dice.
Triste, sonríes agradecido. Y niegas con razón, con toda razón.

Agito el vaso ancho, y tomo un sorbo. Sigo mirando estampas.

Saguzarra

2 comentarios:

Adriana dijo...

y este lo debes haber escrito bebidito ah?

Miguel "Saguzarra" dijo...

De mal pedo, que se dice por aquí.