Estaba en cualquier sitio, plácidamente sentado, casi adormilado, y te me acercaste. Aunque hasta entonces nunca te había visto, me gustaste inmediatamente: sonreías con un cierto calor en tu mirada. Dijiste palabras dulces y quise abrir todos los poros de mi cuerpo para impregnarme de esa sensación tan agradable. De momento, abrí bien los ojos; pero ─¡desgracia mía!─ desperté acurrucado entre las sábanas de mi cama. Y fue de esta manera tan simple que te perdí para siempre.
Saguzarra
(Poema publicado en Gaztegin, suplemento del diario Egin, 6 de mayo de 1994; y en Kastelló, nº 67, octubre de 1998.)
1 comentario:
mejor seguir soñando no?
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