El derecho del árbol deformado

Tempora si fuerint nubila, solus eris. 
(Ovidio)

La materia lóbrega, amarga, de la higuera
─de cuyos tiernos verdes ramonea una vaca,
lejos, pero no ajena a la vorágine urbana─
envuelve la música que su savia segrega.

Ramas torcidas yerguen su anhelo de esperanza,
que el devenir rústico afianzase en la tierra
y en futuros cálices colmará dulces brevas.
¡Cuántos prados se quedan sin que se rumie nada,

sin que satisfagan la ruda insulsez propia
del ambiente, olvidados como interludios
caprichosos (espacios abiertos engarzados

en espiral antrópica: falaz vanagloria
de la tecnomística: lapidario inconcuso)
del progreso ponderosamente acervado!

La cara sucia de los arrabales,
mientras, rompe en tormenta de reflejos:
una descarga torpe de cristales.

Y los sonidos imperfectos,
con sus hechuras anormales,
visten libertad en los sueños.

Saguzarra

2 comentarios:

Adriana dijo...

wow

yo jamas sere capaz de escribir algo asi...

y me atrevo a llamarme poeta...

corro a esconderme bajo la cama!

Ximo Segarra "ACAPU" dijo...

Me sumo a lo apuntado por Adriana.

:)

Un abrazo desde mis páramos (repletos, cómo no, de abundantes ramas y troncos deformados).